Ataques del ISIS al Patrimonio en Siria e Irak- Infografía |
Hablar de Siria debería ser hablar de Babilonia, de Persia, de Egipto, de Alejandro Magno, del Imperio Bizantino, de Patrimonios de la Humanidad. Hablar de aquella zona del mundo debería ser hablar de la civilización Asiria, que ocupó el norte de la antigua Mesopotamia (hoy, Irak).
Pero hoy en día, hablar de aquello es hablar de guerra civil, de más de 300.000 muertos y millones de refugiados que ahora vemos un día si y otro también en los informativos. Hablar de Siria e Irak, de la ruta que en la antigüedad conectó Oriente y Occidente, es hoy hablar de conmoción y de destrucción de cultura.
Esto último puede parecer baladí, al lado de las vida humanas, al lado de toda esa gente que intenta desesperadamente saltarse las fronteras para huir de sus propias casas. Pero no lo es. La decadencia del ser humano va unida a la destrucción de su pasado.
La manía de destruir monumentos y símbolos históricos no es nueva. Por citar una famosa, en el siglo XIV Muhammad Sa'im al.Dahr destruyó la nariz de la Esfinge de Giza enfadado porque la gente le hacía ofrendas. Y es que la interpretación extremista (insisto, radical) del Islam supone que la veneración de estatuas e imágenes es idolatría y hay que acabar con ello. Pero la realidad es que esa idea, en la actualidad sólo ha servido de excusa religiosa (que no motivo) para que algunos hagan demostración de fuerza y poder. Y de paso, para robar reliquias y venderlas en el mercado negro internacional, con las que financiar su particular forma de "lucha" o, dicho más claro, el terrorismo yihadista.
Es así, Siria lleva más de cuatro años en guerra civil y todas los países de alrededor están envueltos en conflictos similares en los que los extremistas están financiándose con el petróleo, con secuestros pero también con la venta de objetos antiguos. Esos que dicen que hay que destruir porque van en contra de su religión. Debe ser que si dan dinero, ya se pueden permitir.
La situación es más complicada de lo que parece (y ya parece bastante complicada). Sólo en Irak, el autodenominado Estado Islámico (ISIS), controla ya 1.800 de los 12.000 sitios arqueológicos registrados en el país, lugares que reflejan, entre otras cosas, el amplio y rico patrimonio que nos dejó el Imperio Asirio. Lo que ayer era historia, hoy se han convertido en "representaciones idólatras".
Ya durante la guerra de Irak, en 2003, el Museo Nacional de Bagdad "perdió" 15.000 piezas en saqueos, por lo que ha pasado (prácticamente hasta ahora) muchos años cerrado. Aún antes, en 2001, pudimos ver las primeras imágenes de destrozos culturales que sólo eran un preludio a lo que vendría después. En Bamiyán (Afganistan), los talibanes destruyeron con dinamita y cañones antiaéreos las antiguas estatuas de Buda, excavadas en los acantilados del Valle durante el Siglo VI.
Desde entonces, el ISIS se ha encargado de que enclaves bizantinos al sur de Alepo, el Crac de los Caballeros, monasterios católicos del siglo X, templos suníes y mezquitas chiíes, las catedrales de Caldea y la ortodoxa Siria de Mosul, - símbolo de la herencia cristiana asiria -, y un largo etcétera, hayan sido saqueados y destruidos. Nimrod, construida en el siglo XIII a.C., uno de los enclaves más relevantes de Irak, fue arrasada sin más. Hatra, declarada Patrimonio de la Humanidad, vio como los radicales disparaban contra las estatuas como en un pelotón de fusilamiento reduciendo la arquitectura grecorromana a tierra. En Khorsabad, antigua capital Asiria alrededor del 700 a.C., varios edificios históricos han desaparecido.
Entre los más famosos, está el saqueo al Museo de Mosul en febrero de este mismo año, en el que acabaron con obras de hasta 3.000 años de antigüedad con mazos y taladros, entre las que se incluían las famosas figuras de los toros alados de Nínive, aunque el director del mismo aseguró que todo eran copias. Se lo veían venir.
No eran copias lo que destruyeron en Palmira. El templo del siglo I a.C. voló por los aires. Las imponentes estatuas del Siglo II han desaparecido, el santuario de Abu Behaedin, que tenía 500 años, ha sido destruido. Todo el patrimonio de la antigua ciudad situada en el desierto Sirio, hoy se confunde con la arena.
Según la ONU, 24 ciudades (históricas) han sido ya destruidas, 189 dañadas gravemente, y en 77 más aún no se han evaluado los daños.
Miles de vidas humanas y cientos de años de historia.
Desaparecidos.
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