Desde hace ya tiempo, nos hemos acostumbrado a ver en series y películas como un investigador llega a la escena de un crimen y, casi por obra de magia, es capaz de ver qué ha ocurrido, cómo es el asesino e incluso quién es. Todos estáris pensando en series como Mentes Criminales, Hannibal, Blacklist,o Sin Rastro, ¿verdad?
Quizá no de esa forma tan espectacular, pero esa técnica se utiliza hoy en día en las investigaciones reales. Al más puro estilo Sherlock Holmes, cuando es necesario, los investigadores recogen en cada escena del crimen las huellas del comportamiento del delincuente y las analizan para trazar un perfil criminal que les permita acotar sospechosos y dirigir el trabajo policial por buen camino.
El Perfil Criminológico es la técnica a través de la cual se identifica y determinan las principales características de personalidad y comportamiento de ciertos delincuentes, es decir, los matices que distinguen a un individuo de otro, en base a evidencias que pueden observarse en la escena de un crimen y en el propio crimen. El objetivo no es que aportar información que permita identificar al delincuente.
Para comprender cómo funciona esta técnica, hay que analizar el principio que formuló Edmund Locard en 1923, por el que aseguraba que “Nadie puede cometer un crimen con la intensidad que esa acción requiere sin dejar los numerosos signos de su presencia; el delincuente, por una parte, dejará indicios de su actividad en la escena del crimen y, por otra, inversamente, se llevará en su cuerpo o en su ropa los indicios de dónde ha estado o de qué ha hecho”.
En dicho enunciado se habla de indicios físicos, pero también lo pueden ser psicológicos. Concretamente, las evidencias psicológicas serían todo aquello que indique que se ha desarrollado una conducta y que quedan reflejadas en el modo en que el agresor cometió los delitos. Son evidencias que no se pueden eliminar, porque no son físicas. Por tanto, a través del estudio de la escena del crimen se pueden llegar a conclusiones sobre las características del autor.
El perfil, obviamente, debe ser coherente con el escenario del crimen, es decir, y debe dirigirnos hacia cierto tipo de sospechosos y, si el proceso se realiza de forma correcta, lo más probable es que lleve a la identificación del delincuente y, con ello, a su detención.
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