Conocer
la motivación de un criminal no siempre es sencillo porque requiere trabajar con pruebas a la vez que con pensamientos y
comportamientos del asesino. Cuando un delincuente premedita, planifica y lleva a
cabo un plan de acción en su totalidad, suele ser más fácil descubrir cuál es
su móvil y, desde ahí, llegar hasta él. Pero cuando el asesino es, lo que se
suele llamar “desorganizado”, es más difícil porque, en la mayoría de las
ocasiones, realiza sus acciones movido por una enfermedad mental o un trastorno
de algún tipo.
La
verdad es que no existe un criminal que sea puramente organizado o
desorganizado, lo que dificulta ampliamente la labor de los investigadores.
La realidad es que ante algo tan complejo como
determinar exactamente el móvil de un crimen es muy fácil equivocarse, desde
alterar el escenario a no identificar bien un testigo, por ello los
investigadores tienen claro que lo importante es minimizar dichas
probabilidades de error para realizar un buen trabajo. Todo a base de una buena
formación de los investigadores, pero también de la experiencia.
Lo más
importante ante la noticia de un homicidio es no
cometer errores que luego no se puedan recuperar. Cuidar bien el escenario,
identificar aquellos testigos o personas que puedan tener información en un
primer momento, y luego sobre todo es recopilar la máxima información en un
periodo muy breve.
En este
contexto, determinar el móvil es esencial para concretar las circunstancias de las
víctimas que pudiera ponerla en un lugar de riesgo. El móvil lleva a pensar qué
tipo de autor se debe buscar y, además, orientará a la hora de dar los
siguientes pasos en la investigación y poder avanzar en la buena dirección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
A ver qué me dices, eh? ¡Todo tuyo!