sábado, junio 10, 2017

¿Puede un niño tener instintos asesinos? El caso de Beth Thomas y el Petiso Orejudo


Niños asesinando a otros niños o maltratando animales sin remordimientos. Parece sacado de una película, pero ha ocurrido en la vida real más de una vez. 

En un documental de la BBC que mostraba las entrevistas que le hacía su terapeuta, una niña, Beth Thomas, de tan solo 6 años, contaba sin remordimientos que quería ver muertos a sus padres y a su hermano.

La historia de esta pequeña fue cruel desde el primer día. Su padre biológico abusó de ella cuando sólo tenía unos meses y su madre falleció cuando no tenía ni un año. Tenía 19 meses, y su hermano 7, cuando los servicios sociales los encontraron en estado de abandono y los dieron en adopción a Tom y Julie Tennant. Pero la vida de Beth ya estaba marcada para siempre.

Sus padres adoptivos descubrieron como la niña se comportaba de forma agresiva con su hermano y también con los animales, a los que torturaba. La pequeña era incapaz de establecer relaciones, carecía de empatía y no controlaba sus impulsos.

Los psicólogos le diagnosticaron un trastorno reactivo de la vinculación, un problema relacionado con el apego y la pusieron en tratamiento en una institución, en la que hicieron a la niña ser consciente de sus actos, aumentaron su autoestima, fomentaron hábitos y conductas sociales y aumentaron su capacidad para aceptar las normas y gestionar su ira.

Por suerte, es un caso de éxito. Tras mucho tiempo de terapia, Beth consiguió tener una vida normal.

No es el único caso documentado de este estilo. Y no todos han acabado en final feliz.

Muy famoso es el caso del llamado “Petiso Orejudo”, Cayetano Santos, que comenzó su carrera asesina con tan sólo 9 años

Este niño argentino acabó en 1906 con la vida de a una niña de tres años a la que raptó, intento estrangular sin éxito y posteriormente enterró viva. Era su primera muerte, pero no sus primeros intentos. Cuando tenía tan sólo 7 años golpeó a un niño de tan sólo dos años y lo arrojó a un montón de espinas, pero el niño tuvo la suerte de que un policía que pasaba por la zona vio lo sucedido y pudo detenerlo. Al año siguiente, con 8 años, golpeó a un bebé de 18 meses con una piedra en la cabeza hasta que fue detenido de nuevo.

Con 12 años intentó de nuevo asesinar a otros dos niños de dos años. Al primero trató de ahogarlo en la pileta de una bodega, pero fue descubierto. Y al segundo, le quemó los párpados con un cigarrillo hasta que la madre del niño se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo.

El año 1912, cuando contaba con 16 años fue el más negro de su carrera. Sumó hasta 7 víctimas. Tras ser detenido confesó cuatro homicidios y numerosas tentativas de asesinatos. El resto de su vida lo pasó en prisión hasta que falleció en 1944 en el penal de Ushuaia.

Dos casos muy distintos y con finales muy diferentes que demuestran que una buena intervención con niños que presentan ciertos rasgos preocupantes es esencial para evitar comportamientos violentos futuros.

Pero ambos casos tienen una pregunta en común. ¿Qué convierte a un niño tan pequeño en un ser tan cruel?

Escucha la historia completa en nuestro canal de Ivoox



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