Niños asesinando a otros niños o maltratando
animales sin remordimientos. Parece sacado de una película, pero ha ocurrido en la vida real más de una vez.
En un
documental de la BBC que mostraba las entrevistas que le hacía su terapeuta, una niña, Beth Thomas, de tan solo 6 años, contaba sin remordimientos que quería ver muertos a
sus padres y a su hermano.
La
historia de esta pequeña fue cruel desde el primer día. Su padre biológico
abusó de ella cuando sólo tenía unos meses y su madre falleció cuando no tenía
ni un año. Tenía 19 meses, y su hermano 7, cuando los servicios sociales los
encontraron en estado de abandono y los dieron en adopción a Tom y Julie
Tennant. Pero la vida de Beth ya estaba marcada para siempre.
Sus
padres adoptivos descubrieron como la niña se comportaba de forma agresiva con
su hermano y también con los animales, a los que torturaba. La pequeña era
incapaz de establecer relaciones, carecía de empatía y no controlaba sus
impulsos.
Los
psicólogos le diagnosticaron un trastorno reactivo de la vinculación, un
problema relacionado con el apego y la pusieron en tratamiento en una
institución, en la que hicieron a la niña ser consciente de sus actos,
aumentaron su autoestima, fomentaron hábitos y conductas sociales y aumentaron
su capacidad para aceptar las normas y gestionar su ira.
Por
suerte, es un caso de éxito. Tras mucho tiempo de terapia, Beth consiguió tener
una vida normal.
No es
el único caso documentado de este estilo. Y no todos han acabado en final
feliz.
Muy
famoso es el caso del llamado “Petiso Orejudo”, Cayetano Santos, que comenzó su
carrera asesina con tan sólo 9 años.
Este niño argentino acabó en 1906 con la
vida de a una niña de tres años a la que raptó, intento estrangular sin éxito y
posteriormente enterró viva. Era su primera muerte, pero no sus primeros
intentos. Cuando tenía tan sólo 7 años golpeó a un niño de tan sólo dos años y
lo arrojó a un montón de espinas, pero el niño tuvo la suerte de que un policía
que pasaba por la zona vio lo sucedido y pudo detenerlo. Al año siguiente, con
8 años, golpeó a un bebé de 18 meses con una piedra en la cabeza hasta que fue
detenido de nuevo.
Con 12
años intentó de nuevo asesinar a otros dos niños de dos años. Al primero trató
de ahogarlo en la pileta de una bodega, pero fue descubierto. Y al segundo, le
quemó los párpados con un cigarrillo hasta que la madre del niño se dio cuenta
de lo que estaba ocurriendo.
El año
1912, cuando contaba con 16 años fue el más negro de su carrera. Sumó hasta 7
víctimas. Tras ser detenido confesó cuatro homicidios y numerosas tentativas de
asesinatos. El resto de su vida lo pasó en prisión hasta que falleció en 1944
en el penal de Ushuaia.
Dos
casos muy distintos y con finales muy diferentes que demuestran que una buena
intervención con niños que presentan ciertos rasgos preocupantes es esencial
para evitar comportamientos violentos futuros.
Pero
ambos casos tienen una pregunta en común. ¿Qué convierte a un niño tan pequeño
en un ser tan cruel?
Escucha la historia completa en nuestro canal de Ivoox
No hay comentarios:
Publicar un comentario
A ver qué me dices, eh? ¡Todo tuyo!