El calor de una mano amiga no es libertad, pero nos hace sentir libres, porque en el fondo, sabes que eres tú el que construye el camino y, que guste más o menos, "sólo aquellos que nada esperan del azar son dueños de su destino".
Pero al final, el único que es libre es el destino, y él decide si le gusta tu plan o te lo cambia por otro; y es tan libre, que ni siquiera tiene que pensar si es bueno o malo. No le pregunta a nadie; simplemente, lo hace...
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A ver qué me dices, eh? ¡Todo tuyo!