domingo, enero 14, 2007

“EL VOLUNTARIADO HA CAMBIADO MI FORMA DE PENSAR, E INCLUSO MI VIDA”

Mariola Ballester, voluntaria de la pastoral penitenciaria de la diócesis de Orihuela - Alicante



Como todos los años, la pastoral penitenciaria de la diócesis de Orihuela-Alicante ha dado fin a su nueva campaña navideña. Bajo el lema “esta Navidad, con un sitio en la posada”, la pastoral ha tratado estas fiestas, sobre todo, de recordar a la sociedad que existe una realidad después de la prisión que no debemos olvidar. Para conocer la prisión un poco más de cerca, Mariola Ballester, voluntaria de la pastoral penitenciaria desde hace trece años, nos cuenta su experiencia en una de las pastorales más difíciles de la diócesis.


Pregunta: ¿Qué le llevó a comenzar en la pastoral penitenciaria?
Respuesta:
Mi entrada allí fue un poco de casualidad, porque yo he sido siempre de la parroquia de San Vicente Ferrer de Elche, y como estábamos aquí trabajando, colaborando, un día vinieron de la pastoral penitenciaria y nos propusieron acompañarlos en las eucaristías. Yo dije que sí, y entonces, empecé, y ahora llevo trece años.

P: ¿Qué esperaba encontrar cuando empezó?
R:
La verdad es que no me planteé nada. Como estábamos aquí en la parroquia ayudando en lo que podíamos, era algo normal para nosotros. Igual que tocábamos en esa época en misa de ocho de los sábados, cuando nos dijeron si tocábamos en la cárcel, fuimos, sin plantearnos nada más allá.

P: ¿Qué le ha aportado en realidad esta experiencia?
R:
Se puede decir que el voluntariado ha cambiado bastante mi forma de pensar, e incluso mi vida. Ahora todo se mueve en torno a eso, mis horarios, todo.

P: ¿Qué cree que le puede aportar usted a los internos?
R:
Pienso que eso es algo que tienen que decir ellos, porque es muy relativo. Si nosotros, por ejemplo, vamos a hacer un taller una mañana, lo primero, es que les quitamos horas de patio, y para ellos no es lo mismo estar en un patio dando vueltas que estar allí haciendo cosas. Imagino que a cada uno le aportará una cosa diferente, aunque la realidad es que nos esperan. Si fallamos algún sábado, nos preguntan por qué no hemos ido, y creo que están contentos, que les gusta que vayamos. Se sienten como atendidos, queridos, acompañados. Al menos saben que hay alguien que se preocupa por ellos.

P: ¿Qué pensaba la gente de su entorno cuando empezó?
R
: En realidad, mis amigos, el círculo con el que yo me movía aquí, en Elche, como estábamos todos en la parroquia, lo vieron bien, y en mi casa, lo tomaron muy bien, nunca me han puesto ninguna pega en ese sentido, para nada. No sé si sería porque mi abuelo en época de guerra estuvo en la cárcel y entienden que hay que ayudarlos. Si es verdad que es algo que luego he pensado muchas veces.

P: ¿Qué experiencia destacaría desde que está en el voluntariado, qué recuerda de forma especial?
R:
Esa pregunta es muy difícil. Esto es un poco un continuo día a día, porque nunca te acostumbras a la prisión. El otro día, por ejemplo, me pasó una cosa que fue más un replanteamiento que una experiencia: al principio de estar en esto, empecé yendo al módulo de mujeres. Luego dejé de ir porque me cambiaron al módulo de hombres, y este curso, después de varios años, he vuelto al módulo de mujeres. Había una chica en aquel entonces y me la he vuelto a encontrar ahora, después de tantos años. La chica está en fase terminal de sida. Yo estaba con la cabeza agachada, haciendo algo, y oí que me llamaba para que la ayudase. Cuando levanté la cabeza y la vi, me sorprendió verla tan demacrada, porque es una persona que jamás me la hubiese esperado así. Luego yo iba sola e iba pensando, no sé que podemos hacer, porque ella sigue en prisión. Estuvo en la calle, pero ha vuelto a entrar. Y me planteo, después de tantos años, como puede ser que aún me pasen estas cosas, que me sorprenda de esa forma, cuando debería estar acostumbrada. Estas cosas te hacen ver que nunca te acostumbras al medio, pero, por otra parte, acostumbrarse a algo así creo que no sería bueno.

P: ¿Qué tipo de actividades hacéis normalmente en la prisión?
R:
Hacemos una eucaristía, a la que vamos un grupito de gente, y luego hacemos talleres, de formación y de manualidades. Solemos ir de dos en dos, organizándonos por módulos, para ir a todos. Yo, por ejemplo, voy los martes a mujeres, y por las mañanas voy a otro módulo.

P: ¿Crees que es importante, en estos tiempos, que la gente se involucre más en este tipo de cosas?
R: Importante sí es. Lo que pasa es que es difícil, porque hay otras muchas cosas muy atrayentes, pero alegra ver que sí hay gente dedicada a estas cosas.

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