miércoles, septiembre 20, 2017

Entomología forense

Si la escena del crimen es algo indispensable para la resolución de un caso, cada uno de los elementos que podamos encontrar en ella también lo son. Incluidos los seres vivos. Y no me refiero a posibles supervivientes, sino a aquellos que, en algunos casos, llegan a la escena del crimen antes que la Policía y pueden dar muchísimos datos: los insectos. 

Ellos son la base de la entomología forense, centrada precisamente en el estudio de insectos asociados a un cuerpo en descomposición, y ellos pueden ayudar a determinar la hora de la muerte, las causas y las circunstancias, dar a conocer si la víctima ha sido trasladada o si ha consumido alguna sustancia. En ciertos casos, los datos que aportan estos invertebrados son cruciales para la investigación.

El intervalo entre el momento de la muerte de la víctima y el hallazgo de los restos da lugar a la acumulación de insectos adultos y a larvas, en diferentes estados de desarrollo, que informa al entomólogo de cómo y donde se produjo la muerte, además de informarle a nivel toxicológico, es decir, si hay presencia de drogas, tóxicos, etcétera.


El primer documento conocido sobre el uso de esta técnica se remonta al siglo XIII y es nada menos que un manual de Medicina Legal chino que hace referencia a un caso de homicidio: Un labrador apareció degollado por una hoz y no había pistas que pudieran ayudar a señalar al culpable. Para lograr una solución, se hizo que los labradores de la zona depositasen sus hoces en el suelo al aire libre y se observó a cuál de ellas iban las moscas. Atraídas por los restos de sangre que, aunque no eran visibles, permanecían en la hoz, se pudo determinar que la elegida por los insectos era la hoz que había sido utilizada para cometer el crimen

Desde entonces, la entomología ha recorrido un largo camino hasta consolidarse como parte esencial en algunas investigaciones.  

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