Miró, y no vio nada. Pero sabía que debía haber algo.
Soñó, pero no lo comprendía, y en los sueños dibujó cosas nuevas que le ayudasen a sustentar su existencia.
Escribió, y tiró mil papeles a la basura, con la esperanza de que alguna de aquellas bolas de papel fuese la definitiva. Pero aquella papelera parecía tener mucha hambre, y la vida no le daba suficientes pistas para comprender el mundo.
Y entonces, cuando dejó de preguntarse, al rendirse, por fin, se dio cuenta de que aquellos pasos, desesperados, en círculos, también habían hecho camino.
Así, sí pudo caminar hacia adelante.
@kehyna
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A ver qué me dices, eh? ¡Todo tuyo!