Con los años, hemos escuchado tantos ejemplos de asesinos en serie que parece que no existen mujeres entre esos individuos. La verdad es que el 85% de los asesinos en serie son, efectivamente, hombres, pero también hay un porcentaje nada despreciable de mujeres que pasarán a la historia en las páginas más negras.
Cada asesino tiene su propio perfil y, aunque pueden contener similitudes, cada caso es único. Sin embargo, únicamente con ese 15% de asesinas en serie sí se puede establecer un perfil medio que muestra, sobre todo, las grandes diferencias que existen entre hombres y mujeres a la hora de matar:
- La gran mayoría de los asesinos en serie sonhombres jóvenes, entre 25 y 40 años, con un nivel de educación bajo, y con carreras laborales donde es difícil progresar. Sin embargo, los casos que se conocen de asesinas en serie muestran un perfil totalmente contrario: son mujeres de clase media-alta, con buena formación y buen nivel educativo, y además, son menos propensas a tener antecedentes penales.
- Los hombres suelen matar a personas desconocidas mientras que casi todas las mujeres conocen a sus víctimas.
- Ellas no suelen usar armas, sino veneno.
- Respecto a la profesión, la mayoría se dedican a labores relacionadas con la salud o el cuidado de otras personas, como enfermeras, auxiliares, o cuidadoras de bebés o ancianos. Esto les asegura un fácil acceso a víctimas más vulnerables, a las que cuida, por lo que no levanta sospechas.
- Al utilizar veneno, muchas veces la muerte se considera natural, lo que hace difícil reconocer una mano asesina detrás de las muertes.
- Son asesinas más pacientes. Por ello, la media de víctimas de las mujeres suele ser mayor que la de los hombres, porque ellas pasan desapercibidas durante más tiempo y sus carreras como asesinas son más largas.
- Por otro lado, están los motivos para matar. Aunque hay de muchas clases, los hombres suelen hacerlo por dominación y por el control. Las mujeres matan, sobre todo, por poder o por dinero.
- Los asesinatos perpetrados por mujeres suelen ser menos violentos, menos impulsivos, menos sanguinarios y, desde luego, menos escabrosos, por norma general, y por ello, tal vez, es que a lo largo de la historia se les ha dado menos publicidad.
Pero aunque no sean tan llamativos, y aunque sólo sean un 15%, la verdad es que el resultado es el mismo: sean del género que sean, cuando quitan una vida a sangre fría, se convierten en asesinos.
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