Para hablar de mafia tenemos que irnos hasta el siglo XX y cruzar el charco.
Los llamados felices años
20 en Estados Unidos, combinaron un importante crecimiento económico en el país
con un periodo realmente convulso en la sociedad. Fue durante esa década cuando las mafias empezaron a crecer y se
acuñó el término “Crimen organizado”. Este nuevo concepto hacía referencia al movimiento
que, a diferencia de la delincuencia común, incluía organización y jerarquía.
En realidad, la mafia como
tal nació en Italia, con la Cosa Nostra, y tras ella, agrupaciones similares
comenzaron a aparecer rápidamente en otros lugares del mundo, como Irlanda,
Reino Unido y Estados Unidos.
A estas primeras
agrupaciones mafiosas les caracterizó, además de su estructura, las relaciones
particulares de patronazgo y sus formas de extorsión y control de ciertos
grupos de la sociedad, sobre todo a través de la violencia. Ciertamente, la
complejidad de los oscuros negocios que los mafiosos tenían entre manos hacía
difícil imaginar que una persona en solitario pudiera llevarlos adelante. De
ahí que surgieran las organizaciones criminales y, dentro de ellas, las mafias.
Para la criminología, no existe una
definición única de crimen organizado, pero de forma general, podemos definirlo
como la actividad o conjunto de actividades ilegales desarrolladas por organizaciones
o grupos criminales organizados con la finalidad de obtener y acumular
beneficios económicos.
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