Hay quien asegura que la
estancia en Harvard de Theodor Kaczynski - conocido más tarde como Unabomber - fue la que marcó el resto de su vida y
de sus decisiones. Con tan sólo 16 años y recién llegado a la universidad,
participó en una investigación éticamente dudable, dentro de una especie de
programa de control mental subvencionada por la CIA, donde se sometió a una
veintena de chicos a un experimento encubierto. Lo que ellos creían es que iban
a hacer un análisis de su propia visión del mundo y su personalidad para
debatir luego esas ideas con sus compañeros. Lo que les hicieron en realidad
fue soportar, cada uno por separado, ataques psicológicos monitorizando sus
reacciones y respuestas emocionales. Desde ese momento, Kaczynski se mostró
totalmente contrario a cualquier cosa que se acercara al control mental. Hasta
ahí parece una reacción normal. Después fue dándole alas a sus ideas hasta que
acabó mostrándose en contra de cualquier tipo de desarrollo tecnológico o
científico y, más allá, en contra de todo lo que tuviera que ver con la
civilización moderna.
Así lo mostraba en sumanifiesto, donde dice que “La revolución industrial y sus consecuencias han
supuesto un desastre para la humanidad, en parte porque el sistema
tecnoindustrial tiene que obligar a la gente a comportarse de un modo que está
cada vez más alejado de los patrones naturales de la conducta humana”. Según el
manifiesto, esto provoca trastorno psicológicos con personas sobresocializadas
que reprimen sus inclinaciones naturales. Argumentaba, además, que la libertad
se ve cada vez más amenazada y limitada por el desarrollo de la sociedad
tecnoindustrial y por ello defiende la necesidad de una revolución contra ella.
Si no hubiese sido por las
bombas, en principio, el texto de Kaczynski realizaba una descripción crítica
de la sociedad con la que muchos pueden estar de acuerdo. Como colofón,
Unabomber proponía dos únicas salidas: un giro radical que terminase con el
sistema actual para recuperar así el equilibro del planeta, o un proceso sin
retorno de extinción de la raza humana.
Sea o no aquel experimento
psicológico el detonante de las acciones de Kaczynski, sus ideas pertenecen al
contexto de lo que se llamó Neoludismo, en alusión a los los luditas
británicos, artesanos que entre 1811 y 1817 protestaron porque las nuevas
máquinas estaban destruyendo el empleo. Esta nueva corriente filosófica se
muestra contraria al desarrollo de la tecnología y la ciencia que estaba y está
ocurriendo en esta sociedad moderna. El término suele aplicar se a aquellas
personas que tienen fobia a la tecnología.
El manifiesto de Unabomber,
escrito con el seudónimo de Freedom Club como forma de representar a este
colectivo, ha sido traducido a más de 12 idiomas.
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