domingo, enero 15, 2017

Al Capone

Se llamaba Alphonse Gabriel Capone, pero la historia lo recuerda como Al Capone, o como Caracortada (Scarface, en inglés), un apodo que se ganó por tener una cicatriz en la cara provocada por una navaja. Con esa imagen, ya podemos hacernos una idea de cómo era Al Capone, cuál era su estilo de vida. 

Pero no fueron las balas, ni un puñal, ni el veneno lo que acabó con él. Como capo de la mafia, tuvo muchísimos enemigos, sin embargo, durante toda su vida, gestionó astutamente las amenazas y consiguió salir airoso. De quien no pudo escapar fue de la sífilis, enfermedad que había contraído durante su juventud y que terminó por acabar con su vida. El matiz es que esta enfermedad le causó la muerte porque nuestro protagonista se negó a ponerse la medicación por miedo a las agujas.

Aunque en su tarjeta de visita dijera que se dedicaba a las antigüedades, la realidad es que a finales de los años 20, su nombre ya estaba en la lista de los más buscados del FBI. Y no precisamente por vender objetos antiguos. El tráfico ilegal de bebidas alcohólicas y las salas de juego le dieron muchas alegrías a Capone, quien se calcula que sobre 1927 tenía una fortuna de cerca de 100 millones de dólares, pero eso no evitó que, con la abolición de la ley seca una gran parte del imperio del gánster se debilitara. 

Tampoco en lo personal corrió mucha mejor suerte. Capone comenzó a mostrar signos de demencia consecuencia de la sífilis que arrastraba ya muchos años. Sus últimos años de cárcel los pasó en un hospital, hasta que en 1939 se le concedió la libertad condicional. Para entonces, estaba arruinado y en su peor momento. 

¿Quieres conocer la historia completa del gánster más famoso del siglo XX? Accede al primer podcast de la segunda temporada de Sucesología desde la imagen: 


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